sábado, 25 de julio de 2015

EL ADN DE UN EMPRENDEDOR ( I )

                                                                        Fotografía de Sarolta Ban

Cuando tenía 16 años, mi familia tuvo la posibilidad de adquirir el negocio en el que mi padre había trabajado toda su vida. Los accionistas se desprendían de la empresa y se la ofrecieron.
Se habló de ello en casa y recuerdo que mi hermana y yo le animamos a hacerlo, ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida. Al final la oferta se rechazó por el montante económico que suponía aceptarla.
Entonces no lo comprendí. Tardé años en darme cuenta de que mi padre, dicho desde el mayor de los respetos, no tenía ADN emprendedor, a pesar de ser un excelente gestor.
El auténtico emprendedor tiene un código genético que le hace diferente, en muchos aspectos, al resto de las personas. Y puntualizo lo de auténtico no por polemizar, sino por que las circunstancias de la vida, en ocasiones, hacen que personas que nunca se lo habían planteado adopten este rol.
Si una idea bulle en tu mente y empiezas a planificar la forma de convertirla en proyecto y el proyecto en realidad, eres un potencial emprendedor.
Si trabajas tu idea hasta la saciedad, le das las vueltas necesarias, buscas los pros y los contras, visualizas su ejecución y la planificas, estudias el mercado para calcular la aceptación que puede tener, si preparas un plan de negocio donde veas la financiación que vas a necesitar, los costes y beneficios que puedes obtener  y eres capaz de conseguirla, ya eres un emprendedor.
Tendrás que ser inasequible al desaliento, saber levantarte en cada ocasión que un tropiezo te haga caer, sortear y resolver las muchas dificultades que  encontrarás cada día, ser líder de tu equipo, aunque el equipo seas tu mismo   y sobre todo, creer a pies juntillas en lo que haces.
Nunca olvides que gestionar y hacer rentable tu empresa no va a ser más fácil por el hecho de tener un tamaño pequeño, pero tampoco más difícil que si fuese grande. 
No pretendas ser maestro en todo lo que haces. Si lo eres ¡Enhorabuena!, pero no será lo habitual y querer conseguirlo te restará fuerzas para cumplir tu objetivo. Reza el dicho “aprendiz de todo, maestro de nada”. Pide ayuda o asesoramiento cuando lo necesites, la vas a encontrar y no necesariamente con un coste económico.

Si te sientes identificad@ con las generalidades citadas, eres o vas a ser un emprendedor. 

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